Son un numeroso grupo de enfermedades cutáneas que pueden limitarse a la piel o ser una manifestación de enfermedades sistémicas. Correlacionar las lesiones de la piel con otros hallazgos clínicos puede ser una labor difícil en la que está especializado el dermatólogo.
Entre ellas destacan Acné, Rosácea, Dermatitis atópica, Psoriasis, Lupus Eritematoso, Vitíligo, Sarcoidosis, Esclerodermia, Dermatomiositis, Vasculitis, Pénfigo, Penfigoide y Dermatitis Herpetiforme.
La evolución de las enfermedades inflamatorias y autoinmunes suele ser crónica, pero es muy variable en cada persona. El objetivo de su tratamiento es mantener la enfermedad silente (que no se manifieste) y evitar los daños debidos a su progresión.